08 febrero 2007

El señor Guevara y la confusión de la izquierda

«Desde un inocente cubículo de una universidad norteamericana o europea es fácil colgar pósteres del Che y seguir creyendo en la violencia redentora, en las abstracciones que niegan y asfixian a la realidad o en el llamado a un “hombre nuevo”. Esta anacrónica profesión de fe es un acto inadmisible de ignorancia sobre el desenlace opresivo de la Revolución cubana, en el cual el Che Guevara no es un responsable menor. Como Trotsky en la Unión Soviética, su imagen parece ennoblecerse con el exilio, la derrota y el martirio. Pero su fanatismo no palidece frente al de sus “colegas enemigos”. En lo que tiene de inercia ideológica, la Che-manía no sólo niega la tradición democrática de Occidente sino que deja de lado lo que a mi juicio es el único ángulo salvable de Guevara para nuestros días: la coherencia de su igualitarismo. Hay algo válido y aún necesario en esa aspiración utópica, sobre todo ahora que el fantasma del vacío recorre el mundo engullendo, como un hoyo negro, todo sentido de fraternidad. Pero la igualdad, impuesta desde arriba, ahoga un fin tal vez más preciado: la libertad. Por lo demás, desde Latinoamérica el paisaje se ve distinto: aquí estamos tratando de fortalecer nuestras frágiles democracias y nada más remoto de sus valores que las románticas e irresponsables aventuras de aquel condottiero del siglo XX.»

Enrique Krauze, en un impecable artículo del número de la revista Letras Libres de febrero de 2007 (gracias a R. V.)

07 febrero 2007

Matrimonio

Antonio Elorza escribe hoy en El País sobre la historiadora Marta Bizcarrondo, fallecida ayer: “A lo largo de un tercio de siglo estuvo casada con el también historiador Antonio Elorza, que no supo hacerla feliz”. ¿Qué yacimientos de conflicto, decepción, dolor y culpa se esconden tras este lacónico resumen de más de treinta años en común, tras esta inusual confesión pública?