20 diciembre 2010

Es de libro. Un diario (III)

29 de julio

Hace dos meses me visitó una pareja. Él, cuarentón, ella de veintipocos años. Viven en Cataluña. Su aspecto es modesto, aunque en su conversación eran muy educados. Sin móvil, estuvieron mandándome correos electrónicos desde ordenadores de bibliotecas públicas de Pamplona en los que solicitaban verse conmigo. Querían saber qué pueden escribir sobre Navarra. No son de aquí, no han escrito nunca sobre esta tierra, me dijeron que trabajaban en una asesoría legal. En realidad no han escrito nunca ningún libro. Pero estaban dispuestos a tratar el tema navarro que yo les indicara. Cualquiera. Historia, geografía, etnología, naturaleza, instituciones… Parecían atreverse con todo. Yo me quedé un poco desconcertado. No sabía por dónde empezar a explicarles que las cosas no funcionan así, que es más lógico que ellos tengan claro, lo primero, qué les interesa estudiar y que luego, ya escrito lo que fuera —sin encargo previo, compromiso ni adelanto económico—, veríamos si tenía interés o no publicarlo.

La despedida fue muy correcta. Pero no debieron de quedarse satisfechos. Un compañero en otro departamento me dice hoy que acaban de visitarle a él exactamente con el mismo planteamiento. No han arrancado todavía, no tienen nada que enseñar. Pero, por lo que me ha contado, no logré convencerles en absoluto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Escribir un libro que nadie va a leer es facilísimo y más ahora que hay google y wikipedia. Además sabemos que la administración pública es la mayor productora de textos que no se leen. He oído de sus labios la anécdota de cierto político que dio a la biblioteca de su pueblo una colección de incunables infumables.
P.D. ¿Los incunables son los libros que no se han abierto nunca, verdad?

ayacam dijo...

No, los incunables son los libros publicados entre la invención de la imprenta por Gutenberg, en 1453, y 1500. Pero para lo que a usted y a mí nos importa, esto es lo de menos. Porque estoy muy de acuerdo en lo que dice: que publicar es fácil, que lograr que te lean es infinitamente más difícil, y que las administraciones publican muchas cosas que no lee nadie (lo cual no significa que, a veces, esos libros no merezca la pena que se publiquen, por ultraminoritarios que sean).