03 septiembre 2012

Notas de verano (I)

Películas y películas. La holganza del verano me ha permitido disfrutar a horas intempestivas de varias películas en la tele. Quiero recordar dos. Una argentina, El aura, de Fabián Bielinsky, el recordado director de Nueve reinas. El aura es una narración seca, de pocas y rápidas palabras y muchos silencios que el espectador atento debe llenar de sentido para completar la trama. Cine negro del bueno, violencia, curiosidad preñada de riesgos y, claro, codicia. Todo ello en el culo del mundo, entre seres con vidas hechas un guiñapo.

Cosa muy distinta es El hombre que mató a Liberty Valance, la película de John Ford sobre la que da vergüenza decir nada a estas alturas. El otro día Santiago González contaba lo fundamental de su argumento. El mal en acción, el miedo y la cobardía colectivos, los equívocos que crean leyendas. Pero también el valor cívico, la ilusión de cambio y la pureza de los principios, las difíciles elecciones a que la vida obliga. Y por encima de todo la lección moral del personaje que interpreta John Wayne, un tipo valiente sin chulería, enamorado sin éxito, perdedor sin levantar la voz.

Con todo, sería ridículo y presuntuoso fingir que me alimenta sólo lo excelso. Qué va. La televisión sirve también para descansar, dejar la mente en blanco, llenar huecos de la noche en que, sin esfuerzo ni proyecto, uno sólo quiere abandonarse. Para uno de esos resultó perfecta otra película americana. ¡Y bien distinta! Una rubia muy legal. Confesar que pasé un rato muy entretenido viéndola no ayuda nada a mi reputación. Menos mal que eso me trae sin cuidado.


Las noticias y las emociones. “Llevo diez días sin leer un periódico, sin ver la televisión, sin escuchar la radio... Y la verdad es que recomiendo a quien quiera escucharme esta dieta de desconexión temporal de la realidad”, escribía José Manuel Benítez Ariza en su blog a comienzos de agosto. Magnífica decisión que yo he secundado, sin tanto rigor (soy débil), este verano, harto de una información política que sólo juega ya con las emociones, con la excitación, con el miedo, con los tópicos más elementales del pensamiento. No veo hoy, ni en prensa, ni en radio, ni en televisión, ningún medio que no explote con desvergüenza las emociones.

En su novela Deja en paz al diablo, de John Verdon, comparece un magnate de la televisión por cable que resume muy bien la idea que hoy mancha en España cualquier información, incluida la política:

“En los viejos tiempos, las cadenas pensaban que las noticias eran noticias y que el entretenimiento era entretenimiento. Por eso sus programas de noticias perdían dinero. Estaban sentados en una mina de oro y no lo sabían. Pensaban que las noticias eran hechos puros presentados de la manera más aburrida posible. (…) Las noticias son vida. La vida es emoción. La emoción es visceral. Drama, sangre, triunfo, lágrimas. No se trata de un capullo almidonado leyendo hechos y cifras escuetos. Se trata de conflicto. Se trata de que te jodan… No, jódete tú. ¿A quién coño le estás diciendo que se joda? Bam, bam, bam”.

2 comentarios:

Passy dijo...

Es verdad, estimado editor:
Algo pasa en la TV. mientras la pública se va a hacer gárgaras, en la TDT han empezado a poner unas películas de tomo y lomo. Pero a las tantas. El verano me ha dejado unas ojeras a lo Jiménez del Oso q.e.p.d.

Anónimo dijo...

Hay muchos que han hecho este mes pasado su agosto cinematográfico bebiendo en las fuentes del señor González y su Argos. Sin ir más lejos, yo he descubierto un actorazo y un peliculón: Antonio Vico y Mi tío Jacinto. Im presionante.
Vidal